Siempre he sentido
una conexión profunda
con el cuerpo

Ese instrumento invaluable que somos, la curiosidad por comprender cómo funciona y  cómo podemos cuidarlo,  fue lo que me llevó a estudiar nutrición. Alimentarnos bien no es solo cuidar de nosotros, es conectar con el mundo de una manera más significativa. 

Un cambio
que lo transformó todo

Mi viaje hacia el veganismo comenzó con el escepticismo constante que me caracteriza. Comer animales y consumir sus cuerpos me hizo darme cuenta de que estaba contribuyendo a algo que  no podía seguir apoyando.  Fue un punto de no retorno.

Recuerdo claramente mi golpe de realidad: entender que lo que comemos tiene los mismos músculos, tendones y sentimientos que los nuestros. Esa revelación me hizo darme cuenta de lo importante que es vivir de acuerdo con nuestros valores.

- ¿Qué huella quiero dejar en el mundo? -

El camino no siempre es fácil,
pero merece la pena

Durante mi formación como dietista, enfrenté dudas y desafíos. Vi cómo el veganismo era minimizado o ignorado en muchos entornos profesionales, y tuve que luchar por compartir mis ideas en un espacio donde no siempre eran bienvenidas. A pesar de ello, mi convicción era fuerte y el mensaje era claro: podemos vivir con propósito y salud, sin tener que sacrificar lo que nos hace humanos.

Por qué esto importa

Lo que comemos, lo que elegimos, deja una huella. Cuando decides cuidar de tu cuerpo y alineas tu alimentación con el respeto y la empatía, algo cambia dentro: vives con más intención, propósito y conexión. Y ese cambio tiene un impacto más grande de lo que imaginas.

Tú también puedes hacerlo

No se trata de ser perfecto, se trata de ser real.. Encontrar el equilibrio y los recursos que te permitan vivir de la manera más saludable y consciente. Este camino no solo se hace más fácil con el tiempo, sino que se convierte en una experiencia de vida nutritiva, plena y alineada con lo que realmente importa.