Más que una dietista, soy alguien que ha vivido en carne propia la batalla por cuidar el cuerpo y la mente. Desde siempre, he sentido que el cuerpo es un templo, un hogar que merece respeto y amor. Pero a veces, la vida y las voces externas nos meten miedo y confusión, y lo que debería ser cuidado se vuelve un campo de batalla.

Mi propia lucha con un trastorno alimentario fue un intento desesperado de encontrar orden en el caos. Ese proceso me enseñó que la salud no es un número, ni una perfección, sino un equilibrio frágil que hay que aprender a construir día a día.

El veganismo llegó para mí como una revolución silenciosa. Entender que lo que ponemos en el plato tiene vida, músculos y sentimientos, cambió para siempre mi manera de ver el mundo y de vivir en él. Fue un llamado a alinear mis valores con mis acciones, a dejar atrás el juicio y a abrazar la empatía — hacia mí misma, hacia los animales y hacia el planeta.

En mi camino como dietista, he visto la confusión y el miedo que a menudo rodean a la alimentación vegetal. Por eso, mi misión es ayudarte a navegar ese camino sin que pierdas la salud ni la calma.

Porque no se trata de perfección, sino de aprender a nutrirnos con intención y respeto, encontrando soluciones reales y prácticas que funcionen para ti.